El urbanismo local paga ahora en plena crisis los excesos cometidos en los años de bonanza. El despilfarro en grandes proyectos de autopromoción de la ciudad, no es solo cuestionable respecto de la rentabilidad que vayan a tener para Sevilla a medio plazo, sino que también nos cuestionamos cada vez más si realmente será posible llevarlos finalmente a cabo. Hablamos del sobre coste del proyecto Metropol, eternizado por los continuos errores al igual que el FIBES, a pesar de lo cual el gerente de urbanismo no los considera proyectos faraónicos, a los que se suman el tranvía a ninguna parte y la eternización de las obras paralizadas de la nueva biblioteca de la universidad de Sevilla, sobre el Prado de San Sebastián, que suponen una sangría diaria para sus promotores.
El construir sobre espacios libres se está convirtiendo en una costumbre del urbanismo de esta ciudad. Parece que la percepción de la administración es que sobran parques y plazas, prueba de ello es el caso de la biblioteca o el de la SE-35 que pretende arrasar el parque del Tamarguillo. Al despropósito de cercenar gran parte del parque del Tamarguillo, se le suma ahora la amenaza del metro sobre el parque del Alamillo y la mutilación de otro espacio libre en el centro de la ciudad. Se trata del parque ubicado frente a la estación de Santa Justa, construido en los años noventa del siglo pasado, un parque mal ejecutado, hostil e infrautilizado por los vecinos, que ha sido recalificado para la construcción de viviendas de EMVISESA. Los vecinos reclaman que se mejore el parque y se haga habitable, antes de sustituirlo por más bloques de hormigón. La operación fruto de la reforma del trazado del ferrocarril supuso la última oportunidad desperdiciada para incrementar los espacios verdes y dotacionales en todo el eje entre Santa Justa y San Bernardo, donde finalmente prevaleció el interés por especular con edificios de viviendas. Ahora, una de las pocas contrapartidas que tuvo, una muy mal ejecutada, va a seguir el mismo camino que el resto del suelo que liberó el soterramiento del ferrocarril.
Habrá quién alegue que son viviendas sociales las que se van a construir, sin embargo no todo vale para construir viviendas sociales. Hay otros espacios y otras formulas. Y esto nos lleva a la pírrica política de vivienda social a nivel local, un bloque de pisos con unas pocas viviendas no vale un parque en una ciudad que carece en gran medida de ellos. Por otro lado, las diminutas promociones de vivienda subvencionada que se están realizando parecen una operación de caridad frente a un problema masivo y dramático, valga el ejemplo de los 102 pisos de “carácter asequible”, que se van a realizar en Nuevo Torneo con la colaboración de la Caixa y para los cuales hay ya 7000 solicitantes. Mientras tanto las grandes bolsas de nueva vivienda pública previstas en la zona de Pino Montano, se encuentran paralizadas por la crisis.
La única buena noticia a nivel urbanístico es que el TSJA blinda el carácter público de Tablada, con lo que la administración local no tiene escusas para no construir allí un necesario pulmón verde de carácter metropolitano.
Barrios en lucha 